viernes, 14 de noviembre de 2014

La novela como expresión literaria del Realismo.

El término Realismo, utilizado tanto en arte como en literatura para designar a aquellas obras que intentan imitar o copiar la realidad (como, en este caso sería el Lazarillo de Tormes una obra realista), en la segunda mitad del siglo XIX se reviste de unas características específicas.

El género fundamental del realismo es la novela. Esta se concibe como «un espejo a través del tiempo», en el que se representan unos hechos verosímiles, que les ocurren a unos personajes «copiados del natural», o dicho de otra manera, extraídos de la realidad de la época, y  que ocurre en lugares reconocibles. La acción de espejo puede realizarla de dos maneras distintas. Por una parte, mediante la descripción de costumbres, ambientes y formas de vida colectivas (lo social, muchas veces con un sentido crítico). Y por otro lado, mediante la descripción de caracteres y costumbres (lo psicológico). En muchas ocasiones, ambas maneras suelen aparecer fusionadas dando lugar a personajes que poseen estrechos lazos con el ambiente.

Para retratar esta realidad con objetividad, el autor recurre a la observación y la documentación. El deseo de la objetividad lo lleva a adoptar un papel de cronista imparcial, representado en la mayoría de ocasiones como un narrador omnisciente. La voz del narrador se entrelaza con diálogos entre personajes, mediante los cuales se quiere dar a entender la forma de hablar de los personajes de acuerdo con su cultura, condición social...

Estructuralmente, la novela es lineal. Este término indica que los hechos aparecen representados en el mismo orden en el que suceden y se organizan según el tradicional esquema de presentación, nudo y desenlace.

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