jueves, 13 de noviembre de 2014

Entrevista a Gustavo Adolfo Bécquer.

Supongamos que Gustavo Adolfo Bécquer nunca falleció, sino que, de alguna manera fantástica e imaginativa, fue congelado desde su muerte, en 1870, hasta hoy, un día normal del año 2014. Al salir, lo primero que se encuentra es con un hombre que le enseña el mundo tal y como es hoy en día para que pueda ubicarse (pues el mundo es muy distinto), y posteriormente Bécquer accede a un entrevista con un periodista que está interesado en él. Podríamos imaginar que la conversación sería así:

-Buenos dias y bienvenido señor Bécquer.
-No crea usted que tan buenos, pero agradecido me hallo por la bienvenida.
-¿De veras? Dígame, ¿por qué no los considera buenos?
-¡Dios mío! Mire a su alrededor. ¿Quién podría ser feliz en esta sociedad tan insensible?
-Discúlpeme señor Bécquer, pero no termino de entenderle.
-Por favor, ¿sería usted capaz de decirme que le gusta su estilo de vida? ¿Que le gusta salir a la calle y no ver más que jóvenes atados a esas máquinas tan extrañas que parecen saberlo todo, de todo el mundo?
-Bueno, se podría decir que estamos viviendo una Revolución tecnológica..
-¡Deje de decir sandeces! ¡Una revolución es aquella que produzca un cambio en la sociedad cuando la situación en ella es insostenible! No puede llamar revolución a algo que está complicando la vida de las personas. Y permítame rectificar, pero esta estupidez no solo engancha a jóvenes, sino también a adultos, hechos y derechos, que deberían emplear su tiempo pegados a ese artificio en escribir algo inteligente, o quizá no tan inteligente, pero escribir siempre será una de las cosas más bonitas y admiradas desde mi punto de vista.
-Entiendo su forma de ver esto, y es obvio que muchas personas estarían de acuerdo con usted, no lo dudo, pero este cambio nos ha permitido mantener la comunicación con familiares lejanos, así como estrechar unos mayores lazos entre amigos. Además, podemos saber las noticias de cualquier país, algo realmente importante en los ámbitos de economía y política. Y no debería olvidar mencionarle que ha mejorado en muchas maneras la educación.
-¿Está usted insinuando que mi educación, para la cual no asistí a ningún tipo de clases, es peor por no haberla trabajado con la tecnología de hoy en día?
-¡No, por favor, para nada!
-Eso espero, porque para poseer un mínimo de cultura solo debemos sentarnos en nuestra mesa a leer libros, novelas, artículos, poemas y demás escritos por grandes artistas, tales como José de Espronceda o Mariano José de Larra.
-Disculpe si le he ofendido, pero no era mi intención.
-Aceptos sus disculpas, pero mida sus palabras con más cuidado.

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